
Intentó correr, mas nada pudo hacer.
Risas maquiavélicas, ¡dale, golpéalo, patéalo! —se escuchaba tras él—, mientras Peter, tendido en el suelo; recibía patadas y puños de todos lados, lo más triste que no era la vez primera que sucedía.
Él nunca comprendió por qué lo trataban de ese modo, si él solo actuaba como un errante solitario, con los ojos pintados de negro, con su mochila atiborrada de sueños y esperanzas.
Eran heridas que nunca sanaban, un pavor extremo de que el bucle empiece y ya no termine, sus maestros también le hicieron a un lado y solo les importaba su integridad, rostros que aparecían en sueños como pesadillas, dientes afilados, ojos sanguinolentos, siluetas dionisiacas con brazos que se alargaban y longilíneos dedos que acariciaban su alma. Lo más triste que no solo ocurría con sus compañeros de clase.
Las reuniones familiares eran constantes tensiones, solo el café de sucedáneo calmaba su insomnio o, alcohol, tragos largos para evitar esos tratos banales, era una forma de huir de la realidad.
Peter estaba dividido en dos, uno con anhelo de que todo iba a cambiar, la otra mitad, envenenado de rencor. Después de recuperarse de la golpiza que recibió de regalo, se alejó y se dispuso a contemplar como la vida era injusta para él, desde su posición contemplaba el cerúleo cielo y las nubes en la lontananza desprendían destellos oníricos. Había solo una persona en el mundo que le daba oxígeno, Anastasia. Su compañera de curso y de quien creyó estar enamorado.
Peter era un experto en pasar desapercibido, deambulaba como un noctívago y quería permanecer en ese oscuro lugar, donde vive y vivió desde que ha nacido.
Tras una breve pausa, regresó a casa, convencido que huir de él, le devolvía quien era. Su otro reflejo sentía rechazo de su yo verdadero y el verdadero se intentaba liberar del que quería usurpar su alma.
No sabía si era una pesadilla o no lo que sucedió…
Había despertado de golpe, el reloj despertador parecía bombas nucleares cerca de sus oídos, una voz le repetía que llegó el día, ¿a qué día se refería esa voz gutural? —se había preguntado frente al espejo.
Ya viene el rarito de la clase, viene el satánico, viene el gay, era lo mínimo que oía apenas ingresaba al instituto; harto de esa situación, Peter sacó de su mochila una cadena con candado, serpenteó hasta la puerta de entrada, tras llegar allí, le puso el candado y sacó los demás objetos que tenía oculto. Nadie había visto lo que había hecho.
Sin otro prolegómeno, mientras volvía a su butaca, clavó el cuchillo de mesa en la yugular a uno de sus compañeros que más se burlaba de él, en un intento desesperado, este, presionó con fuerza como si intentase prolongar su muerte, sin embargo, de nada le sirvió ya que cayó fulminado en unos pocos segundos, gritos ensordecedores inundaron el aula, la mayoría empezó a buscar refugió hacia la pared, acto seguido, el rarito sacó un arma de grueso calibre y empezó a disparar, aquellas sonrisas desaparecieron entre restos de vísceras y sangres esparcidas, la única que quedó a salvo fue Anastasia.
—Ven, acércate por favor —solicitó amable, Peter.
—No me hagas daño, por favor, te lo ruego —sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas y sus ojos sabían qué vendría después.
—No te preocupes, todo estará bien —argumentó y él sonrió por última vez.

Una reflexión profunda sobre un tema atroz en doble vertiente.
La crueldad del acoso escolar posee la sombra que denota a los participantes de tan cruel agonía.
Por una parte, la víctima queda en manos de seres afectados por la feroz ira/maldad/detonación de su desequilibrada psicología con toque sociopático. Indispensable averiguar y detener sus por qué.
Por supuesto, la víctima, eje del rencor, quedará marcada para siempre por los espantosos daños que le han ocasionado en un momento de vida tan vulnerable.
Los victimarios, posiblemente, sean espejo de experiencia crueles en sus propias vidas y actúan proyectando sus agujeros en el alma de otros.
Es un problema familiar/social/individual complejo donde todos debemos participar en pro de buscar raíces y soluciones: padres, profesores, alumnos. Especialmente, la sociedad como conjunto porque si se suscitan estas salvajes desviaciones, los parámetros sociales de referencia están exponiendo cimientos muy enfermos.
Voltear la cara y dejar hacer alegando que son jóvenes, es simplemente, intentar eliminar con espejismos un horror en doble sentido que, podría y de hecho, ya ha sucedido, terminar en una terrible desgracia.
Excelente.
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Gracias por exponer de esta manera tan sublime tus reflexiones de algo que está implícito en nosotros, el mal que nace tras sucumbir en la realidad de las cosas. Este relato fue escrito para manifestar esa misma sensación de abandono y la crueldad del hombre cuando ve a una presa fácil, además está reflejado la ira y venganza tras no poder evadir aquel mal.
Aprecio hacia ti, Scarlet.
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Hola. Ha sido un escrito con letras del alma. Gracias.
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